
El arbusto
tantea la brisa
con los dedos de una mano,
temblando el extremo de sus hojas,
hasta que excita al viento
que lo acomete
y le hace el amor
que lo estremece entero
de placer.
Se marcha luego el viento,
y con la mas alta
de sus manos
le hace el arbusto
una última señal
de despedida.
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